Ler este artigo e aproveitar para melhorarmos com os erros dos outros (não que em Portugal tenhamos esse dom, mas enfim - Barragens, Caminhos-de-ferro, Saúde, Ambiente...temos que errar hoje, mesmo que outros países o tenham feito há muito tempo...)
La respuesta categórica es sí.
Sobraban ya en los tiempos de vacas gordas, cuando se concedieron subvenciones a diestro y siniestro procedentes de programas Leader y Leader Plus sin tener en cuenta cuantas se daban y dónde se daban.
Y sobran, por supuesto, ahora que las vacas flacas de la crisis han hecho aflorar un mal endémico del sector. A noviembre de 2011 y según el Instituto Nacional de Estadística había en España 15.165 casa rurales legales (ilegales, puede que otras tantas).
Solo en Castilla y León hay 3.264. En Cataluña, 1.752 y en Asturias, 1.334. Una burrada.
Además, el grado de ocupación media solo llega al 20,3% en fines de semana (contando todos los días se queda en el 9,1%). ¿Se puede mantener un sector con estas cifras?
La evolución del turismo rural en España ha sido muy curiosa. Y como siempre, “different”. He tenido la oportunidad de seguirlo porque llevo más de 12 años haciendo la guía Casas rurales con encanto para la editorial El País-Aguilar. Y en estos años he visitado cientos y cientos de casas.
Las subvenciones para abrir casas rurales empezaron a darse con el loable objetivo de fijar la población rural, de aportar un complemento económico a la actividad agropecuaria. Pero pronto se revelerían erróneas.
¿Porque la gente del campo no quiso optar por esta nueva posibilidad de negocio? No.
Porque el mercado tiró por otro lado, por donde menos se imaginaban los gestores turísticos. Al cliente medio español no le gusta oler a vaca. Quiere ir al campo, sí, pero no sentarse a ver la tele con el payés ni usar su mismo cuarto de baño (así pasaba la primera vez que fui a una casa rural en Navarra) ni participar en las labores de la granja. El cliente medio español quiere ir al campo, si. Pero con las comodidades y privacidad de un hotel.
El resultado es que a diferencia de los B&B británico o las Zimmer austriacas o alemanas, las gran mayoría de casas rurales de alquiler por habitaciones que funcionan bien en España las regenta gente que huyó de la ciudad e invirtió sus ahorros en un alojamiento rural como medio de vida. Gente urbana o que vive en poblaciones pequeñas pero no se dedica al campo y que entiende a los clientes urbanos que recibe.
También es cierto que un alojamiento rural no es un juguete que puedas dejar solo o darle la llave a una vecina para que le abra la puerta a los clientes. Las casas rurales que funciona son aquellas que sus dueños viven allí, que asumen como un negocio que hay que cuidar y mimar 24 horas al día, que están a la última en redes sociales y en marketing y que tienen una buena página Web,
porque nadie les va a vender camas si no lo hace ellos.
Ojo, no digo que una casa rural no se pueda gestionar con los criterios primigenios del sector (ayuda a la actividad agropecuaria); todo lo contrario, ojala todas fueran así. Lo que digo es que si pasas el día cuidando a las vacas y no sabes manejarte ni con el correo electrónico, estás muerto como empresario rural. Por desgracia. No debería ser así. Pero es el “rey mercado” el que ha decidido.
Todos los propietarios de casas a los que he consultado coinciden: como mínimo necesitas un 50% de ocupación (la mitad de los días del año) para ser rentables. El que tiene hoy un 31% se da con un canto en los dientes. Y vive porque la mayoría se ha buscado un trabajo parcial alternativo o ha vuelto al que tenía.
Una casa rural hay que plantearla como estilo de vida. Si lo haces como negocio, olvídate.
Sí, en España sobran casas rurales:
-sobran todas la ilegales (hay portales de Internet que las aceptan sin escrúpulos con tal de que paguen al publicidad)
-sobran las que dejan la llave en un bar y los clientes ni ven al propietario
-sobran las de aquellos que las hicieron solo para aprovechar la subvención y reparar la casa del abuelo casi de gratis
-sobran aquellas cuyos propietarios las confunden con un almacén de muebles viejos.
-sobran aquellas que no invierten, que no mejoran y que reparan ni las puertas que se rompen.
El turismo rural da para mucho. Podríamos hablar de la otra gran carencia del sector: un sistema unificado para medir la calidad (¿cómo sé si la casa donde he reservado es un encanto o una pocilga?). De los clientes que no se enteran que un alojamiento rural es algo más que un sitio barato y malo donde ir hacer botellón los fines de semana. De la falta de apoyo institucional para vertebrar el mundo rural: carreteras, servicios, sensibilización... etc.
Según datos del portal Toprural, el precio medio de una habitación doble en una casa rural española es de 55,6 € en temporada alta (en ese enlace los tenéis desglosados por comunidades). Sí, las casas rurales de cierta calidad no son baratas. No pueden serlo.
Cuentan con pocas habitaciones (en algunas comunidades está limitado por ley a cinco alcobas) y solo llenan los fines de semana, puentes y vacaciones. Hay que olvidar el concepto de que alojamiento rural en régimen de alquiler por habitaciones es igual a alojamiento barato. Hay que asumirlo como alojamiento alternativo que ofrece algo más que un hotel. Si solo se compara el precio, desde luego hay hoteles iguales o más baratos que muchas casas rurales.
Luego están las viviendas vacacionales de alquiler completo de media o pésima calidad y que son muy baratas, pero esa es otra historia.
Paco Nadal (periodista colaborador de Blogs el Viajero en El País
Fonte: Informe Acaltur
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